Las cosas simples
¿Cuántas veces te has visto envuelto en situaciones complicadas donde has pensado que la solución es difícil… y te has enredado mentalmente en buscar soluciones complejas? ¿Crees que la solución más simple es generalmente la correcta? Albert Einstein decía “Haz las cosas lo más simple posible, pero no más simple que eso”.
En el siglo XIV, un monje franciscano que se llamaba Guillermo de Ockham (1288–1349), postuló un sabio enunciado que desde hace cinco siglos se viene aplicando en la metodología científica y también en la vida de muchas personas; él dijo que las entidades no deben multiplicarse sin necesidad (Entia non sunt multiplicanda sine necesitate) o en una traducción menos literal que “de todas las explicaciones posibles de un fenómeno la más simple es la correcta”.
Sin embargo, mucha gente prefiere las explicaciones complicadas. Es cosa de ver las noticias o escuchar a algunos personajes públicos para comprobar esto. Y nosotros mismos, cuantas veces nos complicamos buscando soluciones a nuestros problemas sin saber que la solución correcta es la más simple. Así, a menudo agrandamos el problema y en ocasiones nos bloqueamos y nos angustiamos hasta sentirnos agotados. Y de esta manera te vas acostumbrando a buscar lo complicado en todo, hasta hacer de aquello un modelo mental que actúa inconscientemente en nuestra vida.
Ese modelo mental, nos puede impulsar a sentir en ocasiones, emociones como la ira y la ansiedad lo que nos absorbe mucha energía. Y sin saberlo, lo utilizamos automáticamente en nuestro “dialogo interno”. Es por eso que es importante tomar conciencia de cuando lo usamos. Eso lo podemos constatar en nuestro lenguaje, en las palabras que utilizamos e incluso hasta en los movimientos corporales que usamos cotidianamente.
Cuando empezamos a valorar lo simple, a creer que la sencillez es una forma de liberar nuestra mente y disfrutar más de la vida, estamos dando el primer paso para ir cambiando ese mapa mental. Al hacerlo, nuestra vida parecerá fluir más fácilmente ya que nos habremos librado de esos pensamientos extenuantes y complicados para encontrar más fácilmente soluciones a los desafíos y problemas diarios que enfrentamos. Y con ese fluir mejor, vamos gradualmente haciendo nuestra vida más sencilla.
La sencillez parece aclarar nuestra mente e intelecto. Nos despierta nuestra agudeza de pensamientos, nuestra intuición y también parece liberarnos más de la ansiedad. Y todo esto se refleja en nuestra fisiología, en nuestras expresiones, gestos y movimientos corporales lo que impacta de manera positiva nuestras relaciones con los demás.
Recuerda… si existen dos o más explicaciones para un mismo fenómeno, elige primero aquella que involucre menos suposiciones, esto es, LA MÁS SIMPLE ♦